Querida Alfa
Te escribo esta carta con el propósito de que sepas lo que
yo he sentido, aún siento y sentiré por ti. Desde el momento en que llegaste a
mi vida sabía que no podría olvidarte, me miraste, en mi alma entraste como el
frio húmedo del invierno en la costa, como el agua empapando la ropa. Tus
primeras palabras fueron hermosas, me enamoraste con esos dulces labios,
después con una tímida sonrisa esa perfecto teclado de piano mostraste y, cómo
no, empezaste esa melanconiosa melodía tocada por ti con mucha suavidad, casi
perfecta, casi divina. Me embrujaste con tus dos perlas de marfil con el centro
de ese color misterioso cambiante según el día, cuanto más oscuro es el día, más
brillan tus ojos y en la oscuridad, parecen dos inofensivas mariposas de luz. Te
quiero desde el momento en que la primera noche cayó desde el invierno hasta la
primavera. Eres mi alma, eres mi ser, eres todo mi yo, la primera sonrisa, la
última lágrima. Te quiero ahora, lo hice y lo haré.
Te redacto un poema solo para ti:
Ayer soñé otra vez
contigo
El mismo sueño, la
misma pesadilla
El mismo sueño
perfecto
El mismo miedo
Ese sueño repetitivo
Cada noche en mi
mente
Apareces del silencio
Y me besas lentamente
Eres mi luz, eres mi
sombra
Dos caras de la misma
moneda
De la misma moneda
del destino
De ese brillante
color beso
Es un sueño eterno
Cada noche, desde
hace un mes
Duermo para
volverte a ver
Para huir de la pena
del dolor
Esa pena que me
destroza
Que me tortura por
dentro
Entonces llegas y me
cantas
Me cantas y me calmas
Es mi sueño, es mi
tesoro
Es un dulce momento
Después del duro día
Es mi medicina
Es el agua de los
peces
Una eterna marea
Es la brisa de la
montaña
Unas fuertes raíces
Me encanta soñar
contigo
Pero tengo miedo
Tengo miedo de
perderte
De despertarme y no
volver a verte
Puede que no lo
comprenda
Pero eres mi mujer
perfecta
Puede que no existas
O quizás tú me
esperas
Me he enamorado
Me has cautivado
Pero tengo miedo
Tengo miedo de un adiós